Una vez, mientras estaba ingresado en el hospital, el compañero que tenía de habitación tuvo visita y su hermano era más de derechas que Rosa Díez, y decía todo el rato: «Es que Dios es de derechas». Hasta que un día ya me tocó la polla con la misma canción y le salté: «Dios será de derechas, pero el que murió en la cruz esa que llevas al cuello y que expulsó a los mercaderes del templo, era más rojo que Ernesto Guevara de la Serna, tocapelotas». Se acabaron las citas religiosas en la habitación.
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